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Para hablar de Pantoja... ¡Pido la palabra!

Para hablar de Pantoja... ¡Pido la palabra!

Sí, el mismo que viste y calza. Aquel es Pantoja, el que va por allá doblando el parque rumbo a la parada, el del prehistórico maletín de vinil negro. Si lo escuchaste esta mañana difícilmente podrías imaginarte que camine tan lento ¿verdad? es que ese hombre se pone "incómodo" cuando pide la palabra. Tiene el paso corto pero la mente veloz, y pone a correr a unos cuantos cuando llama las cosas por su nombre.

Pero eso no es algo que le vino con los años, ¡qué va! Dicen que siempre fue así, y de joven era lo que muchos conocían como un revoltoso.

No fueron pocas las bronquitas, y protestas... los rollos con la policía y hasta los golpes que se buscó en el batistato. Pero quién lo iba a parar a él que como buen orfellow había entendido clarito, clarito, las doctrinas de Martí, y reaccionaba guapo contra todo lo que mal andaba, si es que no le dejaban otra alternativa para el cambio. Por eso se vinculó a los jóvenes del 26 de julio, y tanto se hizo "notar" que tuvo que exiliarse en Ecuador, donde me confesó un día que se había hecho periodista de verdad. Y claro, para no quedar mal con su fama de inquieto, allá también estuvo preso, aunque por algo simple, se le ocurrió nada más y nada menos que asaltar la embajada de Cuba en Quito, y mira tú... por cosas de la vida, luego del 59, fue el primer cónsul cubano en la mitad del mundo. Como lo oyes.

No, y esas son solo algunas cosas, porque a sus 80 años está cargado de historias. Yo no tengo todos los detalles, pero fíjate si el hombre es de los "duros" que en Ecured tiene todo un expediente. Le puedes preguntar a los más veteranos, como a Blanca Méndez, lo difícil que era ganarle uno de aquellos primeros carnés del Partido Comunista cuando se entregaban al mediodía y en pleno cañaveral. Incluso te pueden contar de sus años como soldado por Angola...

Ahora, yo sí te puedo asegurar que Pantoja todavía se siente un soldado. Si lo vieras el 16 de abril pasado: nos sorprendió a todos los jóvenes de la redacción de CMHW cuando se volvió a vestir de miliciano; aunque él bien sabe que ya los peligros mayores no se anuncian por la costa, ni con los ruidos de una invasión mercenaria. Cada día libra su propia batalla contra esas otras invasiones y peligros que nos carcomen lento, y por eso cuando anda con el paso tardo te aseguro que no es porque le falte la energía, ¡qué va! Eso es que le está tomando el pulso a los problemas para meterle luego un agitón allí, donde mejor él sabe, frente al micrófono de todas las mañanas.

¿Que si es un soñador al estilo del Quijote? ¿Que si es un extremista? No estoy de acuerdo, aunque eso depende de quien lo diga, claro. A veces los principios cuando vibran hondo parecen exaltados. Y dicen que durante mucho tiempo ponía a toda la familia en firme para cantar el Himno mientras izaba una bandera cubana en el patio de su antigua casa. A mí me hubiera encantado ver aquello, no para cronicar el raro suceso patriótico, sino para aplaudirlo por honesto. A quien realmente no comprendo es al que un día le "sugirió" eliminar aquel ritual. Aunque, por supuesto, puede ser que yo no esté claro de lo que es un extremista.

Pero de lo que sí estoy claro, es de que Luis Orlando Pantoja Veitía es un hombre bueno. Y ya con eso para mí es suficiente.

¿Qué quieres que te diga?, si aunque nunca le haya agradecido, por él soy periodista, porque si no llega a plantearle al mismísimo Fidel la necesidad de una Facultad de Periodismo en Villa Clara, a lo mejor yo hubiera estudiado otra cosa, y a esta hora estuviera por mi Quemado querido. Sin siquiera saber que aquel abuelo canoso que todavía espera su guagua, es el mismo que cada día en CMHW se "dispara" y exalta, carraspea, medita y se compone para que, hasta con cada silencio suyo, el pueblo agradezca el comentario que merece pedir la palabra.

Escrito por Miguel Angel Montero, de CMHW

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