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Amor vs Ébola: Si Groenlandia necesita a un médico cubano, allí estaremos también

Amor vs Ébola: Si Groenlandia necesita a un médico cubano, allí estaremos también

Una sonrisa infantil me recibió cuando atravesé el umbral de la puerta de la casa marcada con el número 182 de la calle Candelaria en la central ciudad de Santa Clara.

Desde la ingenuidad de sus grandes ojos me miraba, no sabe todavía Carlos Josué dónde está papá, al que tanto llama en sus balbuceos de apenas 7 meses.

Estoy en la casa del doctor Juan Carlos Dupuy Núñez, jefe de la brigada médica cubana que desde el pasado mes de octubre marchó a Liberia para combatir el ébola. Me acompañan Estrella, su mamá y Kirenia, su esposa.

Comienzo a indagar por este joven que anda repartiendo amor, salud y altruismo por medio mundo hace casi una década.

“Siempre fue un niño intranquilo”, me dice Estrella, quien a no dudar supo, y muy bien, inculcarle a su hijo el amor al prójimo. “Estudió en la escuela vocacional ‘Ernesto Che Guevara’, donde tuvo muchos amigos, fue un líder natural, es amoroso, preocupado por su familia y muy estudioso”.

Y lo dice alguien que por más de 37 años fue profesora, sus ojos por momentos se humedecen y ofrece disculpas por emocionarse y yo la miro y pienso: “¿disculpas?“

La voz de Estrella Núñez se me antoja tierna, sin dudas, ella es la protagonista en la formación del doctor Juan Carlos Dupuy, “aunque quiero mencionar también a su papá, el también médico, ya jubilado, Berman Miguel Dupuy; por ahí empezó su vocación”, precisa.

Mientras converso con Estrella, Kirenia -la esposa- escucha muy atenta, “ha sido un día lleno de emociones, hoy el niño cumplió 7 meses y Juan Carlos llamó por teléfono, le mandó un beso y un apretón”.

Kirenia Gutiérrez Rivero lleva 8 años junto al doctor Dupuy; ella es técnica del laboratorio de Microbiología en el Hospital Materno “Mariana Grajales”, de Santa Clara, y lo acompañó en su misión en Nigeria.

“Es un hombre muy tierno, halagador, no se le escapa un detalle, una fecha y es verdad que en su trabajo es muy exigente y tiene una extraordinaria capacidad de organización y disciplina, pero a la vez es muy humano”. Así dice esta hermosa muchacha que confiesa estar tranquila, aunque en ocasiones ansiosa porque el tiempo pase rápido y todos puedan regresar, su mirada vuelve a su niño “es nuestro único hijo y abrazó definitivamente el amor que nos profesamos”.

Ha transcurrido más de una hora de conversación. Sadiel, el fotógrafo hace su trabajo, y Estrella bromea con él “quiero quedar bonita y con mi pelo arreglado para que mi hijo me vea porque hoy no tuve mucho tiempo de hacerlo”.

La miro y sonrío, bien sabe esta mujer que lo más bello de su alma ya lo plantó hace años en sus dos hijos, “sí, porque tengo dos, el mayor se llama Miguel Ángel”, y recuerda entonces, más relajada, la anécdota de un encuentro con Fidel durante la segunda reunión con los jefes de misiones del programa integral de salud de diferentes países. Se interesó por saber quién estaba en Eritrea, era Juan Carlos, recuerda Estrella, comenzó a hacerle preguntas que iban desde cuántos milímetros de lluvias caían hasta si había dengue, fueron en total 143 (se ríe), el Comandante explicó que lo había hecho porque era Eritrea el país que menos conocía.

Cae la tarde en Santa Clara. Creo que esta ciudad tiene alguna magia, quizás algo especial que hace parir hombres buenos, a esos que no les importa arriesgar hasta su propia vida por salvar a los demás. Me despido de Estrella y Kirenia.

El pequeño Carlos Josué me regala una última sonrisa, comienzo a caminar, y recuerdo entonces el mensaje de Estrella a su hijo: “cuídate mucho, yo sé que saldrán adelante, los quiero a todos, sabemos el respaldo de nuestras autoridades y eso nos da serenidad y firmeza”. Y el de su esposa: “mi amor, conocemos la razón por la que están allá, ellos los necesitan, aquí estamos apoyándolos, tú tienes experiencia, te esperamos y confiamos en ti, todo el pueblo de Cuba los admira mucho y espera por su regreso”.

Algún día Carlos Josué Dupuy Gutiérrez conocerá que cuando él sólo tenía 7 meses, su papá y otros médicos cubanos marcharon hacia Africa Occidental a combatir una epidemia llamada ébola, que ya había matado a miles, porque el contingente internacional Henry Reeve siempre estará con la mirada tendida, sin distinción de credos, ideologías, razas o idiomas, ya lo dijo en una oportunidad su jefe el doctor Juan Carlos Dupuy Núñez: “Si Groenlandia requiere alguna vez de nuestros esfuerzos o cualquier otra parte del mundo, allí estaremos”.

Por Minoska Cadalso Navarro

Foto: Sadiel Bermúdez

Tomado de CMHW

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