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Leyendas

Sagua, grande como su historia (+ Audio)

Sagua, grande como su historia (+ Audio)

Fundada el 8 de diciembre de 1812, Sagua la Grande es una ciudad pródiga en historia, mitos y  leyendas.  Este  territorio, cuna de grandes personalidades tiene sus orígenes, desde 1496 cuando aparece un asentamiento poblacional con el nombre de Cagua, y características muy similares.

Decir Sagua la Grande es decir Joaquín Albarrán, Concepción Campa, Wilfredo Lam, Alfredo Sosabravo, Enrique González Mantici, Jorge Mañach, José Luis Robau, Elpidio Sosa, Roberto Mederos, Manuel Ascunce y Humberto Gonález, entre otros prestigiosos hombres y mujeres de la ciencia, la cultura y  la historia.

La leyenda del sábalo, Un baúl  pirata en el Mogote, La momia de Sagua, El niño y la virgen, El fantasma del hotel La Unión y El jinete sin cabeza de los pantanos de Jumagua, son algunas de las leyendas que hoy se transmiten de generación en generación en esta ciudad, que recibió el título de Villa de la Purísima Concepción de Sagua La Grande en 1866, por la reina Isabel Segunda de España.

La serpiente marina

José Antonio Beltrán era un viejo pescador semi-inválido al que todos acudían en la Sagua de finales del siglo XIX para oír sus historias marinas. Sagua, grande como su historia

Algunas las había vivido en carne propia pero otro gran caudal lo había acumulado transmitido por sus colegas de pesca y vida oceánica.

En una de sus historias nos relata el viejo lobo de mar como sus amigos que pescaban mar afuera, peces de profundidad, vieron en una ocasión una enorme serpiente marina muy cerca de Cayo Piedra del Obispo, al noroeste de Isabela de Sagua a partir del cual el océano comienza a profundizarse hasta las entrañas abismales de sus dominios. Los viejos pescadores no podían creer aquello que estaban viendo; para ellos no existía ningún animal marino que no conociesen e identificasen al instante y esta visión se salía de su lógica y rutina marina.

Delante de ellos se elevó por más de 5 metros sobre la superficie del mar una enorme cabeza muy impresionante “del tamaño de una chalana o bote pequeño” cuyas mandíbulas estaban abundantemente pobladas de agresivos y afilados dientes como los de una picúa gigante, algo curvados hacia adentro de la cavidad bucal. Sus ojos eran tan amenazantes como su repulsiva boca haciéndolos temblar por unos segundos cuando, con vista fija en ellos, tal parecía que el monstruo planeaba atacarlos de un segundo a otro.

Aquella mirada del diablo marino les pareció eterna y los tenía casi hipnotizados, ninguno se movía ni hablaba, pero estaban conscientes que ese era el fin… ¿Cual de ellos sería el primero? Pasó un siglo de petrificación mirando aquellos ojos de fuego que despedía el animal y de pronto, como regalo del destino, una manada de delfines saltaron por su lado izquierdo provocando que la bestia les quitara la atención para concentrarse en los benditos salvadores.

Con habilidad asombrosa el gran reptil precipitó su cabeza contra la cuadrilla de cetáceos que a su vez escaparon hacia las profundidades con velocidad vertiginosa. Entonces los asustados pescadores pudieron observar como un largo cuerpo de serpiente se curvó en interminable zambullida que duró el suficiente tiempo como para calcularle “unos 30 metros de longitud o más”.

Ese mismo día los afortunados hombres decidieron regresar a tierra para contar su increíble aventura.

Todos los colegas de la costa se enteraron del insólito episodio y no dudaron ni por un instante de la veracidad del relato, pues, estos lobos de mar jamás, en muchas décadas, habían desertado de sus funciones de pesca, por lo que “algo grande y real” debió ocurrirles para que su limpio e envidiable récord quedara manchado por primera vez.

La serpiente marina ha sido observada en nuestros mares desde la época de la conquista al igual que otros horrores mitológicos del misterioso océano atlántico…

Por todos esto decimos que  Sagua la Grande o la Villa del Undoso, nombre del caudaloso río que la atraviesa, es fruto de un pueblo guerrero y  pujante  que laboró y luchó con anhelos de progreso.

Este municipio se caracteriza no solo por su potencial industrial y económico ya que cuenta con grandes entidades como la Fábrica de Calderas, Bujías, la  empresa Electroquímica o la Pecuaria Macún sino también, por su papel en nuestras luchas por la independencia y el socialismo.

Ahí tenemos la vida de un pueblo que creció y prosperó, teniendo que luchar, incluso, contra  los desmanes y desbordes de su río.

Sagua es Grande, por sus obras, por su historia y por su pueblo trabajador que hace de cada día una victoria.

Fuente: Magalys Alfonso López y sitios digitales sobre los mitos y leyendas de Sagua la Grande

El Nikolis, un fantasma legendario en nuestras costas

La historia de un barco mercante encallado cerca de la costa del poblado villaclareño de Isabela de Sagua. Trata de resistirse, hace 36 años, al embate del tiempo, el salitre y el olvido.

Vea este sugerente material del colega Guillermo Díaz, de Telecubanacán.

Maule...un baluarte cultural isabelino

Maule...un baluarte cultural isabelino

Más que uno de los tantos personajes característicos de los pueblos, este es una figura memorable en su querida Isabela de Sagua. Si preguntáramos por Juan Lázaro Arencibia Lazarte, quizás la interrogante provoque indecisiones pero…pronunciar  Maule,  es encontrar una respuesta certera.

Ya son 91 años y ese hombre de tez oscura continúa siendo un ídolo para  los isabelinos. Decir Maule en el poblado portuario de Sagua la Grande, es decir cultura, tradición, amistad…es regresar a los años 30 y 40.

Maule o Chiquitico, como también se le conoce, comenzó a cantar  desde muchacho ganándose la aceptación del público de su natal comunidad por su potente voz y forma peculiar de cantar. Amante aficionado de la música, Juan Lázaro Arencibia, Maule, interpretaba boleros, guarachas, sones y danzones en fiestas populares, bodas, quinces,  en fin, donde se le solicitara y de forma gratuita.

Así es de desinteresado ese estibador portuario, músico aficionado y defensor acérrimo de la Revolución.

De procedencia humilde, limpiador de botas, este isabelino de pura cepa cantó a dúo con Mariano O´Relly y conjuntamente con él y con Genaro Rubio –Canilla- formaron  el “Trío Cuba” en los años 40, con el que recorrió casi todo el país.

Su instrumento preferido: las claves; su mayor satisfacción, poder servir y dejar una estela de felicidad por donde pasara. Iba a las escuelas al campo, y en la zafra del 70 fue a muchos campamentos cañeros a cantar para los isabelinos que estaban en esos lugares.

Integró junto a otros coterráneos el Combo “Los Más”, siendo de preferencia de isabelinos y villaclareños en general, e inmortalizó en su voz la popular canción”El mechón”. En ese grupo estuvo hasta que se desintegró en los 80.

Posteriormente formó dúo con Martín Borges, ya fallecido, y cantó también junto al “Septeto tradicional sagüero”.

En su trayectoria como aficionado a la música, Maule, alcanzó  la Medalla de 25 años del movimiento de artistas aficionados, entregada por el ministerio de Cultura, entre otros premios. Pero, para este hombre humilde, carismático y honrado, su mayor premio es el amor de su familia y de su pueblo natal, Isabela de Sagua.

 

Una comunidad sobre pilotes

Una comunidad sobre pilotes

 

 

La fecha oficial de su fundación continua siendo una interrogante  aunque algunos afirman que Isabela de Sagua surgió  con el establecimiento del ferrocarril en 1857, hecho que pondría en dudas el concepto de “Fundación Oficial” que se estableció para Sagua la Grande. En todo caso sería preferible aceptar como fecha oficial el día en que se aprueba el establecimiento de la Aduana en 1844 y se comienzan las exportaciones, haciéndose el Puerto funcional, y con él, la construcción de la primera calle isabelina: Independencia.

En cuanto a su nombre, se manejan dos teorías; una, lo explica teniendo en cuenta que Isabela puede relacionarse con el nombre de la reina Isabel y la otra, se deriva de la voz de los marinos que al llegar a este punto, desde el interior del Undoso, se tropezaban con los vientos marinos, por lo que gritaban: “Iza-vela”.

Un Cayo

En un  fascinante islote de Isabela de Sagua han quedado  grabadas inolvidables historias. Lo fino y suave de sus arenas y la claridad de su fondo marino fue llamando la atención de los pobladores de Sagua la Grande  y  poco a poco Cayo Esquivel, que se conoce y visita desde épocas coloniales, fue convirtiéndose en testigo y escenario  de incontables romances y fascinantes leyendas.

En Cayo Esquivel la vida social en sí, comienza a verse en  1920 cuando un grupo de familias decidió utilizarlo como sitio de recreo, hasta que con las constantes visitas domingueras se establece por fin el conocido balneario de Playa Esquivel atendido por el Yacht Club de Sagua de cuyos muelles en Isabela de Sagua partían todos los domingos los barcos "Zorroza" y "Kismet”.

 

Los picnics eran algo inigualable a todo lo largo de tan hermosas playas y cocoteros. Los concursos de "La Reina de Esquivel" es algo trascendental en la historia de la Villa del Undoso, y la alegría de niños, pescadores y jugadores de dominó daban un toque único a este paraíso cubano.

Para principios de 1950, ya Esquivel era una verdadera ciudad marina muy concurrida con modestos hoteles, tiendas, entretenimientos, parque infantil, botes, balsas y  pesquerías, entre otras  diversiones acuáticas.

Todos los viejos vecinos de Sagua La Grande tienen muy buenos recuerdos de ese Cayo, hoy sin explotación,   que muchos convirtieron en escenario de romances actuales y de entrañables relaciones de amistad.

 

Una más de tantas leyendas

 

Transcurría el año 1888 y la desembocadura del río Sagua lucía con orgullo toda una flora y fauna características solo de esta área donde el tranquilo remanso de aguas dulces se une en matrimonio con el misterioso mundo marino.

 

Juan, se levanta del mundo de los muertos y recuerda con exactitud el jolgorio de ese caserío todo pintado de blanco donde los que lo  habitaban eran felices pescando y haciendo carbón.

 

En Casa Blanca se vivía con el Don de la inocencia y la rudeza del trabajo.

 

Llegó el 4 de septiembre de 1888 y la tranquilidad del mar y el cielo despejado, les jugaron una mala pasada a los viejos lobos marinos. Juan se revuelve en el mundo de las sombras, recordando el siniestro huracán que decidió arrebatar de la faz de la tierra el asentamiento de carboneros y pescadores.

 

Como un reloj de arenas, el día se iba desvaneciendo y lo pobladores de Casa Blanca confiados e incrédulos olvidaron la alerta del Comandante del Puerto Isabelino de buscar refugio en Sagua la Grande. El peligro de un gran huracán era inminente.

 

El sol corre sus cortinas y las condiciones climáticas comienzan a cambiar, y Juan sufre.....sufre porque sabe que todo ese mundo humilde de  casas blancas será destrozado en breve por la furia del mar y de los vientos. Grandes olas se levantaron sobre la indefensa comunidad como castigando la desobediencia. Bastó poco  tiempo para que nada quedara en pie. El silencio, se convirtió en el único vocero  de la terrible desgracia.

 

Solo un niño de 8 años sobrevivió a la tragedia y sobre un pedazo de madera era arrastrado por las olas y el viento.

 

Era Juan, pequeño e indefenso quien iba  acompañado, según cuenta la leyenda, por una mujer toda vestida de blanco con un larguísimo velo parada sobre la superficie del mar junto a su endeble cuerpecito ya sin fuerzas, quien lo condujo a salvo hasta la comandancia de la marina, situada en la punta en Isabela de Sagua, sitio donde fue recogido por varios hombres  al escuchar su llanto.

 

Casa Blanca, quedó desolada y solo Juan, conocido desde entonces como Juan el muerto, podía recordar con exactitud desde el frío  mundo de las sombras lo acontecido en el asentamiento de carboneros y pescadores ese 4 de septiembre de 1888.